martes, 4 de noviembre de 2014

El fenómeno psicosomático desde el psicoanálisis

El fenómeno psicosomático desde el psicoanálisis 
Partiendo de una perspectiva psicoanalítica (Freudiana/Lacaniana), tomaré como eje principal la labor del analista frente a pacientes que presentan afecciones psicosomáticas. 
Sabemos con Lacan que el analista debe tener en claro hacia donde apuntará la dirección de la cura en cada tratamiento. Para que esto sea posible, se dispone de una serie de entrevistas preliminares al análisis, en las cuales se podrá obtener aquellas coordenadas que indiquen la posición del sujeto respecto a su padecimiento.
Me pregunto ¿cuál es el objetivo de dichas entrevistas previas cuando el sufrimiento de esa persona no se presenta como síntoma, (en sentido psicoanalítico), sino como afección psicosomática?, ¿cómo diferenciar dicha afección de un síntoma conversivo?
Es necesario y fundamental escuchar el relato del paciente para que el analista pueda saber, qué lugar ocupar y cómo dirigirá la cura.
Voy a intentar un recorrido partiendo con Freud y su última teoría de las pulsiones, para poder dar cuenta cómo los primeros vínculos que establece el ser humano moldean al cuerpo, luego con la conferencia XXIV abordaré la diferenciación entre las psiconeurosis y las neurosis actuales, además de establecer qué relación existe entre las neurosis actuales y los fenómenos psicosomáticos y su diferencia con los síntomas conversivos. Con Lacan trataré de hacer hincapié en el abordaje de la dirección de la cura teniendo en cuenta su postura con respecto al FPS.

Vínculos que moldean al cuerpo
Cuando Freud habla de pulsión (Trieb), subraya en este término su carácter de empuje constante que hace tender al organismo hacia un fin. Una pulsión tiene su fuente en una excitación corporal (estado de tensión). Freud mostró que el objeto de la pulsión es variable y contingente y que este es elegido por el sujeto de acuerdo a las vicisitudes de su historia de vida, además los fines de las pulsiones son múltiples, parciales, y dependientes de fuentes somáticas, que también son múltiples. Sabemos que las pulsiones se apuntalan en el orden vital, las pulsiones de vida (pulsión sexual y pulsión de autoconservación), pertenecientes al Eros, se apuntalan en una primera vivencia de satisfacción, donde el ser humano en su estado de indefensión, necesita de la asistencia ajena (madre o sustituto), para poder llevar a cabo esta acción especifica donde apaciguará una tensión interna creada por la necesidad. Esta primera vivencia de satisfacción es ubicada en el orden de la primera mamada, en el encuentro del bebé con el pecho materno, donde además se instala un plus ubicado en el placer erógeno del contacto, de la mirada de la madre hacia ese bebé. El niño, al tiempo que absorbe el alimento, absorbe los aspectos amorosos de la madre, a través del tacto, del objeto, de la vista. La imagen de este otro que satisface la demanda del niño, adquiere para éste un valor electivo en la constitución del deseo del sujeto. Esta imagen podrá ser recatectizada en ausencia del objeto real (satisfacción alucinatoria del deseo), esto es lo que guiará constantemente la búsqueda ulterior del objeto que satisface.
Freud designa otra categoría de las pulsiones que se contrapone a las pulsiones de vida, la pulsión de muerte, tiende a la reducción completa de las tensiones. Sería una tendencia a la extinción, al retorno a un estado inorgánico previo a la aparición de la vida y cuya expresión mas manifiesta serían las tendencias destructivas tanto dirigidas hacia el propio sujeto como hacia los objetos.
Teniendo en cuenta el carácter activo de la pulsión de muerte, la pulsión de vida seria un desvío transitorio en el camino hacia a la muerte. Seria pensar la muerte como principio y fin, como lo más verdadero, lo mas seguro del sujeto. “La meta de toda vida es la muerte”, dijo Freud en “mas allá del principio de placer”, pero cada organismo no morirá sino a su manera.
Freud considera indispensable la entremezcla de la pulsión de vida y de la pulsión de muerte, esto sucede de manera regular y en gran escala.
Al fenómeno psicosomático, se lo puede pensar como una “desmezcla” en el sentido se ser estrictamente pulsión de muerte, que no se dialectiza por medio del lenguaje, siendo imposibilitada su descarga al exterior.
Si la pulsión de muerte es la que impera en los FPS, la pulsión de destrucción encontró la manera de producir un cortocircuito, ha encontrado un “atajo”, para poder lograr su cometido final.
En el FPS la libido no encuentra el modo de ligar las pulsiones de destrucción con la excitación sexual, ya que se considera al FPS ubicado dentro del autoerotismo. La función erótica de la libido recaería sobre la investidura de un órgano (puede recaer en la piel = Psoriasis) o de una función (mal funcionamiento del sistema digestivo) encarnándose como un estigma, como una marca representada por la lesión del órgano o función que se inscribe en el organismo. No hay que olvidar que hay múltiples funciones biológicas que deben cumplirse en el organismo para que todo funcione bien, desde la regulación de la temperatura, los procesos digestivos, respiratorios, las secreciones, excreciones, etc. Estas funciones pueden ser aceleradas, activadas o detenidas por múltiples factores.
¿Neurosis actuales = afecciones Psicosomáticas?
En la conferencia XXIV, Freud establece una diferenciación entre psiconeurosis y neurosis actuales, planteando que los síntomas de las neurosis actuales carecen de significación psíquica y que su campo de exteriorización solo se limita al cuerpo, conducta que comparte con los síntomas histéricos, pero que constituyen procesos exclusivamente somáticos, donde falta todo mecanismo psíquico que le otorgue significación. Freud atribuye la causa de las neurosis actuales a lesiones toxicas directas causadas por desordenes de la vida sexual actual. Los síntomas proceden directamente de la falta o inadecuación de la satisfacción sexual. El mecanismo de formación de síntomas sería somático y no simbólico, ya que hay ausencia de los mecanismos de desplazamiento y condensación en la formación de dichos síntomas. La palabra actual es para manifestar la etiología somática, mientras que las neurosis de transferencia se encuentran en la esfera psíquica. El término actual significa carencia de mediaciones simbólicas como ocurre en las psiconeurosis.
Se observa que en las concepciones de Freud los síntomas “actuales” son ante todo de tipo somático y que la antigua noción de neurosis actual conduce directamente a las concepciones modernas sobre “afecciones psicosomáticas”
Los aportes de Freud desarrollados aquí, son útiles para poder pensar que el analista debe estar advertido ante personas que presenten una lesión o un mal funcionamiento de determinado órgano, frente a dichos padecimientos, pueden mostrarse silenciosos, resultándole difícil hablar espontáneamente de aquello que les resulta intolerable. Sufren de algo mas que del cuerpo, por eso es tan importante escucharlos y poder ofrecerles un espacio donde puedan crearse nuevas organizaciones vinculares, un lugar donde puedan reorganizar sus pulsiones y transformar sus destinos y esto debe ser posibilitado por la relación analista-paciente.
Con Lacan, es posible detectar el FPS de acuerdo a la implicancia del sujeto en su discurso. El analista ofrece al paciente un espacio en el cual puede hablar, se invita a hablar, a que diga todo aquello que se le ocurra. Una de las metas del análisis es transformar la relación del sujeto con su síntoma, Lacan aclara en “La dirección de la cura y los principios de su poder”, que esto solo es posible si hay una verdadera demanda de análisis, ésta se gesta en las entrevistas preliminares a un análisis, el síntoma pasa a ser síntoma de análisis si se articula en una verdadera demanda de análisis, en el momento en que se conecta con el saber, se trata de la demanda “de verdad”, de buscar la verdad.
Pero el analista puede toparse con personas que acuden a su consulta, llevan su sufrimiento, su padecimiento, “su marca en el cuerpo”, sin que exista en ellos una verdadera demanda de saber.
Generalmente, estos pacientes se presentan a la consulta con una demanda ubicada en el plano de la necesidad, pacientes que manifiestan ser “mandados por el médico”, porque “su problema es nervioso”, o bien porque el tratamiento médico no ha logrado paliar su padecimiento. Suele verse que estos pacientes se acercan a una consulta psi como último recurso, con una demanda que responde más a un “deme la solución”.
¿Qué hacer frente a esto?
Es imprescindible poder delimitar lo especifico del FPS, Lacan planteó que en éste se produce un congelamiento del significante segundo, produciéndose lo que denominó holofrase. Recordemos que un significante se define por su equivocidad, por carecer en sí mismo de sentido, lo propio del significante es hacer cadena con otro. Por ejemplo, cuando decimos árbol, éste ocupa el lugar del significante primero, recién un significante segundo le dará sentido: genealógico, frondoso, de la vida, etc.
Lacan toma el término holofrase de la lingüística, se utiliza para designar una palabra que adquiere el valor de toda una frase. Son palabras que no funcionan como significantes que representan al sujeto para otro significante, sino que funciona como signo que significa algo para alguien.
¿Por qué los significantes se presentan holofraseados en el FPS?
Los FPS, implican un real en cuya causalidad interviene la inducción significante, pero la inducción significante sobre el cuerpo ocurre en ausencia de afánisis del sujeto, esto no permite que el sujeto escape a la imposición del significante.
La puesta en juego de la función afanáis es la que permite descompletar la inducción significante proveniente del Otro, asi mediante la función afanisis el sujeto ataca la cadena significante del Otro en el punto del intervalo S1 y S2, haciendo aparecer allí el deseo del Otro, mas allá de su demanda. De esta manera el Otro ya no será otro absoluto al que se encuentra sometido el sujeto, ya que el sujeto podrá dar diferentes interpretaciones a esa demanda que proviene del Otro. Un significante se define por la distancia, por el intervalo que lo separa de otro significante, si esa distancia no está, los significantes se holofrasean, se pegotean, se congelan. Si no hay intervalo, no hay significante, con lo cual tampoco habrá formaciones del inconsciente (lapsus, sueños, síntoma…)
Lo particular del fenómeno psicosomático comienza con el fracaso de la interrogación del deseo del Otro, al no ser interrogado, no funciona como deseo enigmático a ser respondido fantasmaticamente. Así es como la inducción significante se ha vuelto holofrasica y esta puede apuntar a una función biológica trastornando su funcionamiento. Cuando la demanda del Otro funciona como una holofrase, como un signo y no como significante, no hay malentendido posible.
En un primer tiempo, la inducción significante holofrasica puede alterar el ritmo y normal desempeño de una función biológica, luego en un segundo tiempo ese funcionamiento es alterado y puede lesionar lo real del tejido. No es el significante holofrasico el que produce directamente la lesión, solamente tiene la capacidad de alterar la función biológica.
Podría decirse que en tanto no hay significantes en juego, no hay discurso psicosomático. El FPS, sería un SILENCIO ESTRUCTURAL PARA QUIEN LO PADECE, las lesiones que presentan o el mal funcionamiento de un órgano, no cumplen la función de ser un significante, ya que no tiene esa capacidad metaforica ni metonímica, sino que va a REPRESENTAR AL SER ANTE EL OTRO. Las afecciones que presentan cumplen la función de otorgarle un ser, de darle consistencia a su ser. El sujeto intenta suplir un defecto en la filiación simbolica a través de una filiación con el órgano en su enfermedad, el sujeto logra con esa filiación con el órgano un reconocimiento por parte del entorno.
Teniendo en cuenta las características del fenómeno psicosomático y la manera particular de su formación de “síntomas”, vuelvo a la pregunta ¿Cómo dirigir la cura frente a dichos pacientes?, ¿Qué lugar debe ocupar el analista?, si la lesión que presentan, no es una lesión significante (como sería en un síntoma conversivo), que el analista interprete dichos padecimientos, dándole sentido, no resultaría eficaz para la cura, sino que estaría contribuyendo a eternizar dichos “síntomas”.
El FPS implica una lesión cuya reversibilidad no se sucede nunca en forma instantánea, en cambio la conversión histérica puede ser corregida con una interpretación capaz de hacer prescribir inmediatamente el fenómeno de conversión histérica.
El FPS, no habla, no se escucha, se registra en lo real, ya que hubo una falla en lo simbólico, algo ha quedado por fuera, no libidinizado. Con Lacan sabemos que esa falla ocurre en ese momento fundante donde el bebé pasa de la fragmentación a la unificación a través de una imagen, momento que Lacan llamó “Estadio del espejo”, donde intervienen los tres registros: Simbólico (la acción del significante sobre el cuerpo), Imaginario (alude al organismo vivo y a una imagen) y Real (lo no significable). El FPS está arraigado en lo imaginario y se registra en lo real, sin mediación alguna de lo simbólico.
Como dije anteriormente, los FPS no son mensajes a interpretar por el analista, son mensajes que dan cuenta de un significante que proviene del Otro, funcionando como signo. No son demandas dirigidas a Otro como ocurre con los síntomas neuróticos.
Me parece útil comparar el FPS con el acting out. El acting out es una mostración dirigida a Otro, es montar una escena para Otro. Acting out es el Aigieren Freudiano, el cual es utilizado por Freud con respecto a sus pacientes histéricas, diciendo que actúan en lugar de recordar. Una de las características del acting es el no registro de parte del paciente, éste no se hace preguntas con respecto al acto, del acting el paciente no se queja, no hay una implicación subjetiva, ya que el acting out como el FPS, no tienen estructura metafórica. No es posible interpretarlo porque no hay un consentimiento del sujeto, no hay una pregunta, el sujeto no está implicado en dicho acto.
Tanto ante el FPS, como ante el acting out, el trabajo del analista debería dirigirse a tratar de provocar cierta implicación en el paciente, para que pueda ser articulado al discurso, para poder ser reducido a la palabra, para que llegue a sintomatizarse. Para que esto pueda ser posible en un análisis, tienen que estar instaladas las condiciones para que esa rectificación subjetiva pueda tener efectos en el paciente. La condición no es solamente la instalación de la transferencia simbólica, sino que también debe haber un llamado al Otro,

en tanto intente descifrar esto que le esta sucediendo.
Los fenómenos psicosomáticos pueden ser reducidos por la vía de la palabra, es lo que indica Lacan al referir “Hay que esperar la invención del incosciente”, que será capaz de hacer que algo deje de ser propiamente “psicosomático”. Si el paciente logra poner en palabras eso que le sucede, comenzará a darle sentido a ese goce fijado que se encuentra involucrado en su afección.
No se trata de interrogar la lesión psicosomática, sino de interrogar esa demanda holofrasica que no pudo ser interrogada por el sujeto, se trata de reintroducir la dimensión significante, reintroducir el malentendido que permita sintomática, soñar, que de paso a las formaciones del inconsciente.
Comencé planteando que el analista dispone de una serie de entrevistas preliminares, en las cuales podrá obtener las coordenadas que indiquen la posición del sujeto respecto a su padecimiento. Se apunta a que el paciente pueda hablar de aquello que le sucede, dejando de lado el discurso médico que le ha otorgado aun más consistencia a su ser y que en algunos casos solidifica aun mas esa lesión o ese mal funcionamiento orgánico, que para el sujeto ya era algo que daba consistencia a su ser.
El analista es quien toma testimonio del discurso del paciente, dejando de lado toda satisfacción ética y científica, que consiste en el sentimiento de comprender, la posición del analista debe sostenerse en el no comprender, en el no dar por supuesto, en el no dar sentido a aquello que aún no tiene sentido (psíquico), para el paciente. Es necesario para el analista, que su lugar sea de falta en ser, ofrecer un vacio para que el paciente pueda depositar aquello que lo aqueja.
Lic. Romina Giuliante
Psicóloga UBA – Psicoanalista
http://www.psicogiu.com/

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