En “enganches, desenganches, reenganches”, Miller plantea que en algunos casos resulta atípica la estructura del momento de desencadenamiento. “Los efectos de desencadenamiento parecen ciertos y habituales, con la regresión especular, la invasión de un goce deslocalizado y los cambios ulteriores por el delirio y la búsqueda de una solución personal.”[1]. Pero si nos remitimos al Esquema I de “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, la ausencia de significación falica Φ0 puede resultar evidente en los casos que Miller presenta en su libro, pero no parece legitimo suponer P0 , quiere decir que no parece evidente que el padre no este en función. Se refiere a casos donde el modo de desencadenamiento no responde a la configuración clásica del encuentro con Un-padre, mas bien parece tratarse del encuentro con un goce enigmático, por falta de significación falica. En estos casos, aparece una aparente eficiencia de la figura paterna. Miller dice que podría deducirse que el padre no esta en función (P0 ) a partir de la suposición teórica, que es la condición lógica y necesaria de la ausencia de significación falica (Φ0 ) . Por esto resulta interesante volver a Lacan…
De una cuestión preliminar…
El texto refiere ante todo la forclusión del Nombre del Padre, al problema de la realidad, y luego a la alucinación.
Φ (falo simbólico)
φ (falo imaginario)
P0 (función del padre abolida)
Φ0 (elisión falica/ ausencia de significac/ falica)
Con el Esquema R Lacan intenta formalizar la estructura que tiene la realidad ahí donde la ley del Padre funciona. En este esquema Lacan articula el estadio del espejo al complejo de Edipo, para plantear que no hay ninguna posibilidad de unificación de la imagen del cuerpo si no opera el Padre, no hay ninguna posibilidad de constitución del yo (moi) si no opera el Padre. (si no opera el Padre, no significa que no hay imaginario, lo que no hay es el imaginario del estadio del espejo, que es un imaginario en cierto sentido consistente)
En el vértice inferior derecho aparecen dos letras: A, que es la letra con la que escribe el Otro como lugar y debajo de esa A hay una P, que designa al Padre. El esquema está construido desde la posición que ocupa el Padre en el Otro. Entonces, cuando el Padre, entendido como un elemento simbólico, ocupa su lugar en el Otro, la relación del sujeto con el Otro se ordena, y la realidad se constituye como un campo delimitado.
El triangulo inferior Lacan lo ubica como el campo simbólico (S): aquí ubica tres letras: P que designa al Padre, M que designa a la madre, en tanto objeto primordial, y la I que representa al Ideal donde Lacan ubica el lugar del niño, (este es el complejo de Edipo Freudiano escrito en términos simbólicos, ya que para Lacan el Edipo es una estructura simbólica). El hecho de que el Padre ocupe su lugar en el Otro produce la posibilidad de una separación entre un hijo y una madre, cosa que en las psicosis no va de suyo. Si el Padre ocupa su lugar en el Otro (si P en A), esto funda la ley, si opera el Padre se produce la significación falica. Al triangulo superior lo designa como el campo imaginario: aquí ubica tres letras: m-i , tienen que ver con el estadio del espejo. Lacan plantea que la propia imagen se constituye alienándose en la imagen del otro, y esto lo que establece es una superposición entre la propia imagen y la imagen del otro. Lacan sostiene que si nos quedamos en este nivel hay algo mortífero en esa relación imaginaria, porque, o queda anulado lo propio o hay que destruir al otro, que es una lógica esencialmente paranoica. El término que de alguna manera regula eso y hace que no sea una relación completamente mortífera, es el falo imaginario (φ). La eficacia del φ se sostiene también en P, ya que es el Padre que pone en funciones al falo como elemento regulador. Lacan llama al falo el “prendido homologico”, porque es en lo imaginario (falo imaginario, φ), lo que es homologo al Padre (P) y prendido porque está agarrado de la operación paterna.
El falo simbólico (Φ ) sostiene el funcionamiento del falo imaginario (φ )
La conjunción del triangulo simbólico con el triangulo imaginario, son los que sostienen el campo de la realidad, que es un campo que está delimitado.
En este campo de la realidad (cuadrángulo) encontramos:
- Las distintas figuras del yo que vamos sosteniendo a lo largo de nuestra historia, porque no nos reconocemos siempre en la misma imagen, pero sin embargo de algún modo, somos siempre los mismos. Entonces, las distintas figuras del yo que se conjugan allí, en el campo de la realidad, con las diversas figuras del semejante, del otro imaginario, son con las que vamos entrando en algún tipo de relación.
Lacan ubica en el triangulo superior a la letra j que designa el goce. La operación del nombre del padre funda la ley prohibiendo el goce, pero no todo el goce, el padre prohíbe gozar de la madre y oferta un goce que va a estar permitido para el sujeto, el goce falico. El goce falico es mensurable, tiene un tiempo y se termina, esta marcado por la castración, es un goce acotado.
"La función del Nombre-del-padre responde, a la necesidad de almohadillar el orden simbólico. En este sentido es un punto de almohadillado, es el punto de almohadillado en el orden simbólico, y en tanto que opera la metáfora paterna, es el significante que detiene el deslizamiento de la significación…"
Cuando el Padre no ocupa su lugar en el Otro (No P en A):
Esquema I
Este esquema I Lacan lo armó con los términos del delirio de Schreber. Lacan propone que si bien hay una realidad que sería de algún modo la misma para todos en la neurosis, en las psicosis no sucede lo mismo, sino que la realidad es la que cada psicótico ha podido reconstruir.
Los dos términos que aparecían en el esquema R , P (Padre) y Φ (falo simbólico), en este esquema aparecen afectados por un índice o (cero), que estaría indicando que ni el padre ni el falo están en función. Que P y Φ no estén en función produce una progresiva disolución del orden imaginario y del orden simbólico. Las flechas que se desprenden de P0 y de Φ0 en el grafico, indican que hay una progresiva desarticulación de esos dos campos. Lacan llama a estas dos escrituras (P0 , Φ0 ) abismo simbólico y abismo imaginario. Entonces, P0 es la función del padre abolida en el campo de lo simbólico, donde se trata de la función de la palabra, la función del padre abolida sigue siendo la función de la palabra.
Del otro lado del esquema esta la elisión falica Φ0, en el campo de lo imaginario, la imagen falica era la que (en el esquema R) orientaba de alguna manera el curso de los significantes, la imagen falica era la que suponía un ordenamiento de los stes (la imagen del poder, de la erección, del tener o ser). Ambos: P0 , Φ0 intervienen en la subjetividad, lo que producen es una exacerbación del eje a-a’, produce un efecto de absolutización que hace que el campo de la realidad pase a ser una línea gruesa, el eje imaginario a-a’ del estadio del espejo es el que organiza el campo de la realidad en la paranoia.
En este esquema, esta realidad, no es una realidad delimitada, no tiene límites que la enmarquen.
Donde en el esquema R estaba la letra P, aquí en el esquema I aparece la letra I que es el ste del Ideal, Lacan plantea que cuando el padre no ocupa su lugar en el Otro, una posibilidad es que el significante del Ideal de algún modo reemplace el efecto que tiene el Padre en la realidad neurótica. Este es el lugar donde Lacan sitúa al delirio, a la Metáfora delirante.
El ste materno (M) lo encontramos en este esquema, lo que aparece como una de las formas posibles del Otro en la psicosis, es otro que no se diferencia del lugar simbólico: quien encarna ese lugar aparece como equivalente del lugar simbólico, no hay una diferencia entre el lugar simbólico y quien lo encarna, el Otro (A) es quien lo encarna y además es otro que puede aparecer en ciertas circunstancias como no afectado por una falta, es decir, como Otro que totaliza el saber. Uno de los recursos con el que puede contar el sujeto psicotico es con éste I/M, con lo que podría intentar sustituir a ese lugar de otro consistente que totaliza el saber y que de algún modo lo goza, sustituir a esto algún otro elemento que le permita acotar ese lugar de otro consistente. Mediante el delirio, una de las cosas que pareciera conseguir Schreber es extraer una parte de goce. En el caso de la psicosis, la operación de extracción de goce no esta garantizada, porque el único que podría garantizarlo es el ste paterno. Al no estar en función este ste, la extracción de goce no esta garantizada, sino que hay que poder producirla.
El delirio no es el único modo de producir una extracción de goce. Por un lado Schreber se arma una misión y consigue extraer una parte de goce, pero también hay que tener en cuenta que publica sus memorias y esto en el esquema I Lacan lo escribe arriba con la frase: “se dirige a nosotros”, Schreber arma otro que no es M, el destinatario de su testimonio no es el Otro que lo podría gozar, sino que es una instancia del Otro distinta que se constituye mediante el testimonio. En la medida en que él puede producir su testimonio, arma otro distinto. Entonces por un lado tenemos el Otro que aparece como persecutorio (M), por otro lado tenemos esa otra dimensión del “se dirige a nosotros” y en tercer lugar Lacan afirma que en las psicosis se conserva en alguna medida una relación con otro, al que podríamos considerar en la línea del semejante y que es lo que Schreber expresa cuando dice que aún en el medio de su delirio conservaba por su mujer algo de su antiguo amor, Lacan escribe “ama a su mujer”.
El delirio no lo toma todo, se conserva en alguna medida cierta relación con otro que funcionaría como un semejante. Hay toda una vertiente de la transferencia en la psicosis que se organiza en relación a este eje.
En de una cuestión preliminar… Lacan plantea que la psicosis se organiza en torno a la forclusión del Nombre del padre (esta es la cuestión preliminar), no en torno a los fenómenos, delirios, alucinaciones, no hacen al diagnostico de psicosis en psicoanálisis, sino la posición del sujeto respecto del Otro, respecto de la organización de la estructura del lenguaje que lo habita.
La forclusión del Nombre-del-Padre está ligada a otro concepto que surge de los fenómenos observables. Se trata de la regresión tópica al estadio del espejo. La forclusión, revelada como falla en la estructura simbólica, repercute sobre la estructura imaginaria, la disuelve, la reduce a la estructura elemental llamada del estadio del espejo.
Romina Giuliante